domingo, 15 de marzo de 2020

Leer en caso de Apocalipsis

"El mundo tal como lo conocemos ha llegado a su fin.

Una cepa particularmente virulenta del coronavirus humano SARS* finalmente rompió la barrera de la especie y logró dar el salto a huéspedes humanos, o puede que hubiera sido deliberadamente propagada en un acto de bioterrorismo. El contagio se extendió con devastadora rapidez en esta era moderna de ciudades densamente pobladas y viajes aéreos intercontinentales, y mató a una importante proporción de la población mundial antes de que pudieran implementarse cualesquiera medidas de inmunización o siquiera órdenes de cuarentena eficaces."


Aunque parezca increíble, este es exactamente el inicio de un libro llamado “Abrir en caso de Apocalipsis” Escrito por Lewis Dartnell en 2014.


Antes de continuar quiero dejar claro que la situación actual (hoy, 15 de Marzo de 2020, después de decretar el estado de alarma, el gobierno ha decretado unas medidas de confinamiento forzoso a toda la población española, ante el exponencial aumento de casos de la enfermedad COVID-19, causada por un coronavirus humano, el SARS-Cov-2) no es tan preocupante como para pensar que estamos ante un escenario ni tan siquiera parecido al descrito en estas primeras líneas.  Hay muchas evidencias de que el virus actual puede ser frenado con medidas como estas, medidas sin precedentes y muy duras para la población y para la economía, pero que sin duda serán efectivas.
Estoy convencido que dentro de unos meses, cuando hayamos recuperado nuestra vida normal, volveremos a estar preocupados por cosas mucho más triviales y recordaremos este episodio con una mezcla de miedo, por si se puede repetir, y orgullo, por cómo nos hemos unido todos en la lucha contra este enemigo microscópico.


Pero…


Pero cualquiera que sepa algo de epidemias sabe que lo más peligroso de los virus es que mutan constantemente, a una velocidad que no somos capaces ni siquiera de asimilar ni comprender.  Una simple y catastrófica mutación del actual virus, podría llevarnos a un escenario mucho más terrorífico.



Volvamos al libro de Dartnell. Mientras que el dramático escenario favorecido por numerosas películas y novelas postapocalípticas tiene su inicio en el desmoronamiento de la civilización industrial y el orden social, obligando a los supervivientes a entregarse a una lucha cada vez más frenética por los decrecientes recursos, el escenario en el que se centra este libro es el inverso: una despoblación repentina y extrema que deja intacta la infraestructura material de nuestra civilización tecnológica. La mayor parte de la humanidad ha sido borrada del mapa, pero todo el material sigue estando ahí. 

Lo terrorífico de las predicciones de este libro, y la precisión con las que las detalla, viene ahora: “Para llegar a este escenario, la mejor manera de que acabe el mundo estaría en manos de una pandemia que se propagara con rapidez. La tormenta perfecta viral es un contagio que combine una virulencia agresiva, un largo período de incubación y una mortalidad de casi el ciento por ciento. De ese modo, el agente del apocalipsis resulta extremadamente infeccioso entre individuos, tarda un tiempo en hacer visible la enfermedad (lo que maximiza el acervo de huéspedes posteriores que son infectados), pero al final termina en una muerte segura.”


Bueno, si has llegado hasta aquí, en este relato de terror, estás de enhorabuena, a partir de ahora vienen las buenas noticias.

El mundo tal como lo conocemos ha llegado a su fin. La pregunta crucial es: ¿y ahora qué? 
Imagina que eres uno de los pocos supervivientes de la aniquilación casi total de nuestra civilización. No te dejes caer en la desesperación. El escenario descrito hasta ahora concede a los supervivientes un período de gracia para adaptarse.

Una vez que los supervivientes hayáis asumido vuestra difícil situación —el hundimiento de toda la infraestructura que previamente sustentaba vuestras vidas—, ¿qué podéis hacer para resurgir de vuestras cenizas y aseguraros de prosperar a largo plazo? ¿Qué conocimiento necesitarían para recuperarse lo más rápidamente posible?

El libro es una guía para supervivientes. Un libro no solo preocupado por mantener viva a la gente en las semanas posteriores al apocalipsis —sobre eso ya se han escrito abundantes manuales sobre habilidades de supervivencia—, sino que enseña cómo orquestar la reconstrucción de una civilización tecnológicamente avanzada.

El problema principal es que las personas que vivimos en los países desarrollados nos hemos desconectado de los procesos de la civilización que las sustentan. A nivel individual, somos asombrosamente ignorantes hasta de los aspectos básicos de la producción de alimentos, alojamiento, ropa, medicinas, materiales o sustancias vitales. Nuestras habilidades de supervivencia se han atrofiado hasta el punto de que una gran parte de la humanidad sería incapaz de sustentarse si fallara el sistema de soporte vital de la civilización moderna, si dejara de aparecer por arte de magia comida en las estanterías de las tiendas, o ropa en las perchas, o wifi en nuestras casas. Para poder sobrevivir en un mundo postapocalíptico habría que retroceder en el tiempo y volver a aprender todas esas habilidades esenciales.
Cada una de las piezas de tecnología moderna que damos por sentadas requiere una enorme red de soporte de otras tecnologías. A la primera generación nacida tras la Caída los mecanismos internos de un simple smartphone moderno le resultarían inescrutables. En un primer momento, el problema sería que la milagrosa tecnología que nos puede salvar no pertenecería a algún ser alienígena procedente de las estrellas, sino a una generación de nuestro propio pasado.
Hasta los objetos cotidianos de nuestra civilización que no son especialmente productos de alta tecnología siguen requiriendo una serie de materias primas que deben extraerse de minas u obtenerse de otras formas y procesarse en plantas especializadas, para luego ensamblar sus diversos componentes en una instalación fabril. Y todo ello, a su vez, depende de centrales eléctricas y del transporte de larga distancia. No hay ninguna persona en la faz de la Tierra que tenga por sí sola la capacidad y los recursos necesarios para hacer siquiera el más sencillo de los instrumentos.

Obviamente, incluso en uno de los escenarios apocalípticos extremos, los grupos de supervivientes no tendrían que hacerse autosuficientes de manera inmediata.  De hecho, los pequeños grupos de supervivientes podrían vivir con bastante comodidad en la época inmediatamente posterior al apocalipsis. Durante un tiempo, la civilización podría seguir avanzando por la inercia de su propio impulso. Los supervivientes se encontrarían rodeados por una rica variedad de recursos a su libre disposición: un abundante Jardín del Edén.

Pero ese Jardín se pudriría.

El alimento, la ropa, las medicinas, la maquinaria y otras tecnologías inexorablemente se descompondrían, se estropearían, se deteriorarían y se degradarían con el tiempo. Los supervivientes solo contarían con un período de gracia. Con el desplome de la civilización y la repentina detención de procesos clave —obtención de materias primas, refinado y fabricación, transporte y distribución—, el reloj de arena se invertiría y su contenido se iría agotando de manera incesante.

El problema más profundo que afrontarían los supervivientes es que el conocimiento humano es colectivo y está distribuido entre toda la población. Ningún individuo sabe lo bastante para mantener en marcha los procesos vitales de la sociedad. La tecnología más visible que utilizamos diariamente es solo la punta de un enorme iceberg, no solo en el sentido de que se basa en una gran red fabril y organizativa que sustenta la producción, sino también porque representa el legado de una larga historia de avances y desarrollos. Entonces, ¿adónde acudirían los supervivientes? Sin duda quedaría una gran cantidad de información en los libros que acumulan polvo en las estanterías de las bibliotecas, librerías y hogares ahora desiertos. El problema de este conocimiento, sin embargo, es que no se presenta de una manera apropiada para ayudar a una sociedad naciente, o a un individuo sin formación especializada. gran parte de la rica variedad de nuevos conocimientos generados año tras año, incluidos los que yo y otros científicos producimos y consumimos en nuestra propia investigación, no quedan registrados en absoluto en ningún medio duradero. La vanguardia del conocimiento humano existe principalmente en forma de efímeros bits de datos. Y los libros dirigidos al lector ordinario tampoco serían de mucha más ayuda. ¿Puede imaginar a un grupo de supervivientes que solo tuviera acceso a la selección de libros almacenada en una librería mediocre? 
Incluso los libros de la sección de ciencia ofrecerían poca ayuda. Puede que el último éxito de ventas de ciencia popular esté escrito de forma amena, haga un inteligente uso metafórico de observaciones cotidianas, y deje al lector con un conocimiento más profundo de alguna nueva investigación, pero probablemente no proporcione un gran conocimiento práctico. En suma, la inmensa mayoría de nuestro saber colectivo no resultaría accesible —al menos en una forma utilizable— a los supervivientes de un cataclismo.
Desde la Ilustración, nuestro conocimiento del mundo ha aumentado exponencialmente, y hoy la tarea de recopilar un compendio completo del conocimiento humano sería varios órdenes de magnitud más difícil. Actualmente la Wikipedia representa alrededor de 100 millones de horas-hombre de esfuerzo dedicado a escribir y corregir su contenido. Pero aunque uno pudiera imprimir la Wikipedia en su totalidad, reemplazando sus hiperenlaces por referencias cruzadas a números de página, seguiría faltándole mucho para tener un manual que permitiera a una comunidad reconstruir la civilización desde cero. La Wikipedia nunca se concibió para un propósito similar, y carece de los detalles prácticos o de la organización necesarios para guiar la progresión de la ciencia y la tecnología rudimentarias a sus aplicaciones más avanzadas.

Para los supervivientes de un reciente apocalipsis, las aplicaciones prácticas inmediatas resultan esenciales. Una cosa es conocer la teoría básica de la metalurgia, pero otra muy distinta es, por ejemplo, utilizar sus principios para buscar y reprocesar metales de las ciudades muertas. 
El mejor modo de ayudar a los supervivientes de la Caída es proporcionarles una guía de lo esencial, adaptado a sus probables circunstancias, además de un plan de las técnicas necesarias para redescubrir el saber crucial por sí mismos. El valor de un libro así es potencialmente enorme. Imagine qué podría haber ocurrido en nuestra propia historia si las civilizaciones clásicas hubieran dejado semillas de su conocimiento acumulado. 
Durante un reinicio, no hay razón para volver a recorrer la misma ruta hacia la sofisticación científica y tecnológica. Nuestro camino original a través de la historia ha sido largo y tortuoso; hemos avanzado a trompicones de una manera en gran medida azarosa, siguiendo pistas falsas y pasando por alto acontecimientos cruciales durante largos períodos. Pero con la visión perfecta que da la retrospectiva, sabiendo lo que hoy sabemos, ¿podríamos indicar una ruta directa hacia avances cruciales, tomando atajos?
Los grandes avances a menudo son fortuitos, como el descubrimiento de la penicilina por Alexander Fleming en 1928. Muchos de estos grandes descubrimientos podrían haber ocurrido antes con la misma facilidad, algunos de ellos mucho antes.
Del mismo modo, muchos inventos parecen obvios cuando se observan retrospectivamente, pero a veces el surgimiento de un avance o un invento crucial no da la impresión de haber seguido a ningún descubrimiento científico o tecnología posibilitadora concretos. La carretilla, por ejemplo, podría haberse inventado siglos antes de cuando realmente se inventó, simplemente si alguien hubiera pensado en ello.
Otras innovaciones tienen efectos de tan amplio alcance que uno quisiera ir directamente hacia ellos a fin de sustentar muchos otros elementos de la recuperación postapocalíptica. La imprenta de tipos móviles es una de esas tecnologías puente que aceleró el desarrollo y tuvo incomparables ramificaciones sociales en nuestra historia.

Cuando se desarrollan nuevas tecnologías, algunos de los pasos de la progresión podrían saltarse por completo. La guía rápida podría ayudar a una sociedad en recuperación mostrando cómo saltarse etapas intermedias de nuestra historia para pasar a sistemas más avanzados. El objetivo para un reinicio acelerado de la civilización es saltar directamente a un nivel que ahorre siglos de desarrollo gradual, pero que todavía pueda alcanzarse utilizando materiales y técnicas rudimentarios, la tecnología intermedia del punto exacto.
Si una civilización en proceso de reinicio no se ve constreñida a seguir nuestra propia vía idiosincrásica de progreso, experimentará una secuencia de avances completamente distinta. De hecho, reiniciar a lo largo de la misma trayectoria que ha seguido nuestra civilización actual podría resultar ahora muy difícil. La revolución industrial se alimentó en gran parte de energía fósil. La mayoría de esas fuentes de energía fósil fácilmente accesibles —depósitos de carbón, petróleo y gas natural— hoy han sido explotadas casi hasta el agotamiento. Sin acceso a esa energía fácilmente disponible, ¿cómo podría una civilización posterior a la nuestra atravesar una segunda revolución industrial? La solución, como veremos, residirá en una temprana adopción de fuentes de energía renovables y un meticuloso reciclaje. En este proceso, con el tiempo surgirán combinaciones de tecnologías desconocidas. La Civilización 2.0 podría parecernos una mezcolanza de tecnologías de diferentes épocas.


Este manual de reinicio empieza por lo básico, analizando cómo uno puede proporcionarse a sí mismo los elementos fundamentales de una vida confortable: alimento suficiente y agua limpia, ropa y materiales de construcción, energía y medicinas esenciales. Los supervivientes tendrán una serie de preocupaciones inmediatas: habrá que recoger productos cultivables de las tierras de labranza y almacenes de semillas antes de que mueran y se pierdan; se puede producir gasóleo a partir de los cultivos de biocombustible para mantener en marcha los motores hasta que la maquinaria falle, y buscar piezas de recambio para restablecer una red eléctrica local. Analiza cuál es el mejor modo de aprovechar componentes y rescatar materiales de entre los detritos de la difunta civilización: el mundo postapocalíptico exigirá ingenio para repensar, reajustar e improvisar.
Una vez que se disponga de los productos de primera necesidad, el manual explica cómo reinstaurar la agricultura y preservar de forma segura reservas de alimentos, y cómo las fibras vegetales y animales pueden convertirse en ropa. Materiales como el papel, la cerámica, el ladrillo, el vidrio y el hierro forjado son hoy tan comunes que se consideran prosaicos y aburridos, pero ¿cómo podría uno fabricarlos si los necesitara? Los árboles producen una enorme cantidad de material extraordinariamente útil: desde madera para la construcción hasta carbón vegetal para purificar agua potable, además de proporcionar un combustible sólido que arde con fuerza. A partir de la madera pueden obtenerse en el horno toda una serie de compuestos cruciales, y hasta las cenizas contienen una sustancia (denominada potasa) necesaria para elaborar artículos esenciales como el jabón y el vidrio, además de producir uno de los ingredientes de la pólvora. Con los conocimientos básicos, uno puede extraer gran cantidad de otras sustancias indispensables del entorno natural —sosa, cal, amoníaco, ácidos y alcohol— y poner en marcha una industria química postapocalíptica. Y cuando sus capacidades se recuperen, la guía se centra en el desarrollo de explosivos adecuados para la minería y la demolición de los armazones de antiguos edificios, así como en la producción de fertilizante artificial. Posteriormente trata de cómo reaprender la medicina, aprovechar la potencia mecánica, dominar la generación y el almacenamiento de electricidad, incluso montar un sencillo aparato de radio.
En definitiva, el objetivo de la guía rápida de Dartnell es asegurar que el fuego de la curiosidad, la indagación y la exploración siga ardiendo con fuerza. La esperanza es que incluso en las fauces de una catastrófica conmoción el hilo de la civilización no se rompa y la comunidad superviviente no retroceda demasiado o se estanque; que el núcleo de nuestra sociedad pueda preservarse y que las semillas cruciales de conocimiento cultivadas en el mundo postapocalíptico florezcan de nuevo. Es un auténtico plan para reiniciar una civilización.



Volviendo a mi reflexión inicial, estoy convencido de que todo este terrorífico escenario, desarrollado a partir de la situación actual y una serie de catastróficas casualidades, no será más que eso, una terrible pesadilla, y que la crisis del COVID-19 será algo pasajero, de lo que deberemos de sacar numerosas lecciones, pero que nos permitirá volver a más o menos la misma vida que llevábamos por aquel lejano Enero de 2020.

Pero….




Pero por si acaso, yo te aconsejo que, sin entrar en pánico, te compres éste o algún otro libro parecido al que te acabo de resumir. Te será mucho más útil, en caso de que todo se vaya a la mierda, que las toneladas de papel higiénico que estás intentando almacenar en tu casa.  Leer este libro, o por lo menos investigar sobre el tema, será la primera señal de que has aprendido algo.
Aunque, como más del 99 por ciento de las personas —incluyéndome a mí mismo— no seas un prepper y no hayas almacenado raciones de supervivencia de comida y agua, ni hayas fortificado tu casa, ni hayas hecho ningún tipo de preparativo para el fin del mundo, en el caso de que éste llegue, el tiempo que seguirás sobreviviendo es algo que dependerá de tu conocimiento, y de lo que hagas a partir de entonces. 



* En el texto original del libro de Lewis Dartnell indica “gripe aviar” en lugar de “coronavirus humano SARS”.  El resto del texto inicial es literal, lo que indica la escalofriante precisión con la que algunos visionarios pueden llegar a predecir cómo podría colapsar nuestra civilización.