domingo, 12 de diciembre de 2021

Qué puedo hacer YO para luchar contra la Crisis Climática

 


Queda ya poca duda de que estamos metidos en una verdadera crisis climática.  La forma en la que hemos llamado al problema ha ido cambiando con los años, pero nunca ha dejado de estar ahí: hace años aprendimos lo que era el calentamiento global, y el efecto invernadero de los gases que emitimos a la atmósfera; después nos dimos cuenta que los efectos no necesariamente eran siempre un ligero aumento de temperaturas, sino que se acompañaban de una mayor frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos, entonces pasamos a llamarlo cambio climático; los científicos nos avisaban que si no implementábamos acciones a nivel global que redujeran nuestro impacto íbamos a sufrir una verdadera crisis climática; y lamentablemente han pasado décadas sin que hayamos hecho nada efectivo, y estamos metidos de lleno en esa crisis. Así es como deberíamos llamarla ahora, porque decir cambio climático es minimizar el problemón que tenemos. El clima cambia constantemente, y si no quieres creerte todas las alarmas que nos envían miles de estudios científicos puedes pensar que quizás no es culpa nuestra.  Si utilizamos este concepto de cambio climático deberíamos añadir los apellidos de “antropogénico” (porque es efectivamente causado por el hombre) y “acojonante” (porque es un cambio mucho más acelerado de lo que sería sin nuestra presencia).  Cambio climático antropogénico acojonante. Eso es, así queda más claro.

Pero para los que no seáis conscientes de lo que nos jugamos, vamos a ver un par de imágenes.


En la primera vais a ver lo que la Biblia llamaba “El paraíso”.  Este paraíso se llama Holoceno, y es la época interglaciar, asombrosamente estable, en la que nos encontramos.


Como veis en este gráfico, durante los últimos 20.000 años la temperatura del planeta ha variado drásticamente durante procesos que hemos llamado glaciaciones (y si ampliamos hacia atrás sigue siendo así).  Sin embargo hace unos 10.000 años se produjo un extraño equilibrio que ha permitido que la temperatura se mantenga en unos niveles muy estables, coincidiendo (¿casualidad? No lo creo) con el desarrollo de las primeras civilizaciones humanas en Mesopotamia, Egipto, India y China hace unos 5,000 años. Esta cómoda estabilidad nos ha permitido pasar de ser un animal que vivía en pequeños grupos nómadas cazando y recolectando a ser lo que somos hoy, verdaderos dioses que controlan el destino de toda forma de vida de este planeta.

¿Será en realidad lo que dice la Biblia cuando cuenta que nos echaron del paraíso una profecía?  ¿Perderemos para siempre la estabilidad que nos ha dado este periodo de gracia?

Estudiar esto no es trivial, porque se trata de un equilibrio complejo entre muchos factores, factores que hacen el planeta “habitable” para los humanos.  Podríamos verlo como los parámetros que definen lo que es un ser humano sano (peso, nivel de colesterol, azúcar en sangre, etc).  Igual que puede haber un ser humano insano, con todos esos parámetros fuera de los niveles recomendados (y que aún así siga viviendo), hagamos lo que hagamos el planeta (y seguramente la vida en él) van a seguir aquí.  No nos estamos jugando la desaparición del planeta, y si me apuras tampoco la desaparición de la especie humana, los humanos somos increíblemente adaptativos al ambiente. Pero puede que con nuestro impacto provoquemos cambios en el clima del planeta que lo hagan menos habitable para nosotros, algo así como el escenario representado en la película de Mad Max.



Así que puede que lo que hagamos durante las próximas décadas afecte a las condiciones en las que vivirán nuestros descendientes durante siglos, o incluso milenios.  A veces no somos conscientes de la cantidad inmensa de comodidades que tenemos en nuestra vida moderna, y cuántas de ellas se terminarían para siempre en estas condiciones apocalípticas, con un cambio climático extremo que provocara que todas nuestras sociedades colapsaran al mismo tiempo.



La otra imagen que os quería enseñar, por si todavía no estáis convencidos, es esta:


Estos son los llamados límites planetarios. En 2009, un grupo de científicos identificaron los subsistemas planetarios sobre los que se construye nuestra civilización (los niveles saludables, que hemos comentado antes). Para cada uno de ellos determinaron los límites por encima de los cuales supondrían un cambio abrupto e irreversible en la forma en que vivimos.

Cuanto más nos alejamos de la zona verde segura,  y más tiempo pasamos fuera de ella, menos sabemos lo que va a pasar, y menos probable que podamos corregirlo.


A simple vista se ve que vamos mal, pero os hago un resumen de la última revisión, del 2015:

- En 4 parámetros hemos sobrepasado los límites seguros, el impacto es probablemente irreversible:

Cambio climático.

Pérdida de biodiversidad.

Deforestación.

Flujos bio-geo-químicos.

(equilibrio elementos esenciales para la vida: P, N, etc)

- Otros tres parámetros se encuentran dentro de los umbrales de seguridad, pero nos estamos quedando sin margen:

Acidificación de los océanos.

Consumo de agua fresca.

Carga de aerosoles en la atmósfera.

Emisión de contaminantes “nuevos” (plásticos, residuos nucleares) que no comprendemos bien cómo van a afectar

- Tan solo en un parámetro hemos logrado retroceder tras haber sobrepasado los umbrales:

Grosor de la capa de ozono.

Aunque este último sea una inmensa buena noticia para toda la humanidad, porque demuestra que podemos identificar un problema global y luchar contra él de manera global, todo lo demás nos indica que no vamos bien, y sobre todo que no vamos sobrados de tiempo.  


Debemos hacer algo YA.


La buena noticia es que SABEMOS LO QUE HAY QUE HACER. 


La acción más urgente y la única efectiva para luchar contra la crisis climática es REDUCIR NUESTRA HUELLA DE CARBONO.  

La mala noticia es que todo, TODO, lo que hemos hecho en los últimos 200 años (a partir de la Revolución Industrial) ha ido aumentando nuestra huella de carbono: el aumento brutal de la población mundial, la globalización, y con ella el transporte a distancias planetarias de personas y mercancías, la concentración en megaciudades, la industria creadora de bienes que mejoran nuestra vida… TODO.

¿Quiere decir eso que tenemos que volver a niveles previos a la revolución industrial?  Difícil solución, porque implicaría, por poner sólo un ejemplo, reducir la población mundial de los casi 8.000 millones actuales a unos 800.

Además, muchas de las acciones más importantes de esta lucha no dependen de nosotros: Los dirigentes mundiales tienen una responsabilidad muy importante, por su gran poder de decisión; y Los científicos (ahí  me vais a permitir que me incluya) tenemos que trabajar intensamente en ello, para conocer mejor el problema, y darles todas las herramientas posibles.

 

Pero entonces, ¿no podemos hacer nada a nivel personal para luchar contra esta crisis climática?  

¡Pues claro que sí!  En realidad es lo mismo que ya se sabe que debemos hacer como especie: reducir tu huella de carbono.

 Si repartimos la cantidad de CO2 que emitimos entre todos los habitantes del planeta, nos tocaría a unas 6 toneladas de CO2/año (exactamente 6,27). Si lo vemos por paises, en España nos tocarían unas 7 toneladas y media (7,4).

El objetivo que han acordado los dirigentes mundiales para sus países es el siguiente: bajar el valor de nuestras emisiones a la mitad para 2030.

Si aplico ese objetivo a mis emisiones particulares, debería ser capaz de reducir mi huella de carbono algo así como 3,7 toneladas/año.

Ahora bien, ¿cuáles son las mejores maneras que tenemos para reducir nuestra huella de carbono a nivel personal?


Empezamos por las malas noticias:


Aunque parezca intuitivo pensar en empezar por ahí, cada una de estas acciones, aunque son muy necesarias por otros motivos, no reducen significativamente tu huella de carbono, ni siquiera 0,5 toneladas de CO2/año. No son las más eficientes para la lucha contra la crisis climática.

Hay muchas otras acciones que son mucho más eficientes, y en las que deberíamos centrar nuestros esfuerzos.  Aquí tenéis un pequeño resumen:


Todos estos datos los he sacado de un inmenso trabajo que hizo el genial Quantum Fracture en un vídeo muy, muy interesante:

26 Formas de Luchar contra el Cambio Climático

Si te interesan lo detalles no dudes en echarle un vistazo.  Pero en definitiva se trata de tener varias opciones, de manera que combinando varias de ellas y con una sencilla calculadora seamos capaces de definir nuestro objetivo personal de reducción de huella de carbono.


Y como la mejor manera de explicar las cosas es aplicándolas, voy a hacer el ejercicio para mí mismo.

No me puedo creer que vaya a dejar esto por escrito, pero ahí va.  


Para reducir mi huella de carbono a la mitad para 2030 he llegado a la conclusión de que en los próximos años voy a:

- Reducir el uso coche. Vivo cerca del trabajo, y me comprometo a ir más a menudo en bicicleta. Además de usar más a menudo el teletrabajo.

- Aislamiento vivienda. Sin duda una de las medidas más eficientes, y más necesarias para nuestra casa. Además soy consciente de que es una muy buena inversión a nivel de ahorro energético. También me comprometo en estudiar la posibilidad de comprar electrodomésticos eficientes (cuando los que tengo se estropeen).

- Vuelos. Esta acción es difícil para mí, porque una buena parte de mi trabajo conlleva realizar viajes frecuentes, y no siempre es fácil sustituir un trayecto en avión por uno más sostenible, por ejemplo en tren.  Pero me comprometo a realizar ese ejercicio cada vez que me esté planteando viajar por causas de trabajo o por causas personales, y siempre que pueda decidiré eliminar o sustituir el trayecto en avión.

- Dieta. Esta parte es la más complicada, pero tengo que hacerlo.  No voy a convertirme en vegetariano, ni mucho menos vegano, me gusta demasiado la carne y el pescado, pero sí que me comprometo a llevar una dieta que podíamos llamar más “climariana”, o más reducida en huella de carbono. Como resume de manera genial el nutricionista Julio Basulto en el título de su libro, una dieta con  “más vegetales, y menos animales”


Con todas estas medidas me sale que reduciría mi huella de carbono en 4,2 toneladas de CO2/año, quedándome en 3,2 ton. CO2/año, con un cierto margen por debajo del objetivo, que eran 3,7 ton. CO2/año.

 

Y creo que eso es todo.  Ahí queda mi ejercicio, y mi compromiso.  Seguro que para cada uno de vosotros sería diferente, y elegiríais otras medidas diferentes a mí. Pero lo importante es hacer el ejercicio, y proponérselo de verdad.

Aunque te creas que nuestras acciones individuales tienen poco impacto en un problema tan global, recuerda que somos consumidores.  Nuestras elecciones de compra afectan mucho más de lo que nos creemos.

Y por último, sólo me queda animarte a que después de haber hecho el ejercicio a nivel personal no dejes de exigirle a los gobernantes que se tomen en serio el problema, y que tomen las medidas adecuadas.  Recuerda que somos nosotros quienes los ponemos allí, y que deben responder por sus decisiones.  No tenemos más tiempo que perder, ni podemos posponer más el problema, ya lo tenemos aquí.