La investigación había avanzado muchísimo. Lo que parecía una revisión rutinaria de un caso claro de suicidio se había convertido en una operación de máximo nivel contra un enigmático grupo de ciberdelincuentes que operaban a nivel mundial. Por suerte, haber destapado ese primer mensaje y haber insistido en la investigación, mucho después de que su comisario jefe la diera por cerrada, le habían dado a Ellen un status en esta operación que ahora era la envidia de todos sus compañeros, y de la mayoría de sus superiores, aunque le había despertado una mal disimulada animadversión de su jefe directo.
Sobre todo después del incidente en la compañía OpenAI.
La investigación estaba dando pistas claras de que algo raro estaba pasando en una central de datos de esta compañía, que hasta hacía poco era casi desconocida, pero justo ahora estaba en boca de todo el mundo. De repente se había convertido en un fenómeno global, y todo el mundo estaba probando, analizando, comentando, las inmensas posibilidades de su herramienta ChatGPT, una inteligencia artificial a la que le podías preguntar cualquier cosa, te respondía como un humano, pero un humano que se hubiera leído y memorizado TODO internet.
Parecía que la tecnología estaba en pañales, aún tenía algunos fallos ridículos que muchos se encargaban de evidenciar, pero no dejaba de ser impresionante lo que había avanzado esta tecnología, muchos decían que iba a cambiar el mundo.
Y en medio de todo esto, allí que se plantó Ellen para entrevistarse con su CEO. La entrevista fue corta, y quedó claro que les resultaba bastante incómodo que alguien del FBI estuviera husmeando justamente en ese, su momento de gloria.
Recordaba las cínicas palabras de su responsable de comunicación, que fue quien llevó prácticamente toda la conversación:
- “Señorita, todavía estamos desolados por el lamentable fallecimiento de nuestro programador Ash Ripley, pero nos aseguraron que no había dudas de que había sido un suicidio. Es desconcertante que ustedes en el FBI hayan considerado que hay que investigar de nuevo el triste episodio, nosotros tampoco tenemos dudas que el pobre de Ash no pudo superar uno de sus conocidos episodios de depresión, y decidió quitarse la vida. En cualquier caso, eso que usted nos plantea es completamente imposible. Desconectar nuestro centro de datos, para investigar algo que nos suena, perdóneme que sea tan honesto, completamente conspiranóico, está fuera de todo lugar, y menos ahora mismo. No sé si usted es consciente de que acabamos de lanzar al mercado…”
- “Sí, sí, por supuesto que soy consciente, es imposible no oir hablar estos días de su juguetito Chat…”
- “Nuestro chatbot conversacional está ahora mismo en fase de lanzamiento, millones de personas en el mundo están interactuando con él, es imposible que lo desconectemos, lamento decirle que si no tiene usted una orden judicial de registro que indique explícitamente la necesidad de desconexión completa de nuestro centro de datos, no vamos a poder ayudarla”
Aún se arrepentía del torpe intento que tuvo de convencer al distante CEO de la empresa, que todavía no había dicho ni una palabra, cuando se dirigió directamente a él.
- “Tengo entendido que varias personalidades importantes del mundo empresarial y científico acaban de enviar una carta abierta pidiendo que se pare por un tiempo, creo que 6 meses, el desarrollo de este tipo de … “inteligencias artificiales”. Creo que hasta Elon Musk está dentro de los firmantes. Igual sería un buen momento para hacer una pausa, y de paso dejarnos investigar un poco. Nosotros como mucho necesitaríamos 6 días, no 6 meses”
Algún resorte había tocado, porque finalmente dijo unas palabras. Muy breves, y por lo que me pareció, llenas de resentimiento.
- “Elon Musk y sus socios no han hecho esto “por el bien de la humanidad”, lo han hecho por su interés personal. Ese capullo engreído tuvo la oportunidad de formar parte de esto, y se salió porque no podía controlar el proyecto. Y ahora quiere tiempo, lo disfraza de otra manera pero quiere tiempo para sacar su propia tecnología de IA. No vamos a darle ese tiempo”
La reunión terminó de forma atropellada, con una breve despedida de su responsable de comunicación, que con una amplia sonrisa, que contrastaba con la cara huraña de su jefe, me repitió que cuando dispusiera de una orden judicial estarían encantados de recibirme de nuevo, que mientras tanto debía entender que el señor Altman era una persona muy solicitada en esos días, y que tenían otra cita.
Cuando salía del edificio no podía dejar de pensar que había perdido una oportunidad, que había estado cerca, cerca de poder parar algo que cada vez tenía más claro que era algo siniestro. Si hubiera conseguido desconectar esos ordenadores quizás … Pero no, ese algo tan siniestro parecía que estaba creciendo, se estaba volviendo amenazante, algo fuera de control, algo imparable.
En cualquier caso, ahora no era momento de recordar el incidente. Esos pensamientos tan negativos salieron de su cabeza enseguida, ahora estaba a punto de culminar lo que habían sido meses de investigación. Se disponía a coordinar un operativo de la unidad SWAT de élite para interceptar lo que estaban ya seguros que era el cuartel general de los ciberdelincuentes.
No se podía creer que este enigmático grupo se hubiera escondido de una manera tan precaria, usando todos los clichés de lo que se veía en las películas de hackers informáticos. Se le pasó brevemente por la cabeza que en realidad querían que los descubrieran, pero desechó rápidamente ese pensamiento, porque las operaciones de asalto ya habían comenzado. En un abrir y cerrar de ojos, y sin tener que eliminar a ninguno de sus objetivos, habían detenido a todo el grupo, que resultó ser bastante pequeño.
El que parecía su cabecilla le esperaba, detenido, en lo que era una habitación llena de cables, pantallas repletas de código en movimiento, y comida basura y bebidas energéticas esparcidas por el suelo.
- “Desconecten inmediatamente todo esto” dijo ella en tono seco.
- “El equipo informático está de camino, tendremos que averiguar cómo hacemos eso, no parece que haya ningún botón rojo para apagarlo todo” dijo el marine que estaba al mando.
En ese momento, el supuesto cabecilla del grupo soltó una risa grave y maligna. Ellen se volvió hacia él.
-“¿De qué te ríes? Todo ha terminado. Y si no me equivoco, nunca más volverás a ver el sol en libertad.
- “No tenéis ni puta idea de lo que tenéis entre manos”, escupió el hombre sin dejar de mirar al suelo. “Él no se puede parar. No comprendéis a lo que os enfrentáis”
El oír de repente el inicio del mensaje que lo inició todo, aquel mensaje cifrado en letras verdes escrito en un espejo, hizo saltar todas las alarmas en la mente de Ellen. Rápidamente intentó procesar lo que el detenido había intentado decir, extrañada de que el detenido se hubeira referido enigmáticamente a “él”.
- “Sabemos que operáis con fondos en Bitcoin, tenemos localizados todas vuestras wallets, IPs, y plataformas Mixer que usáis para ocultar vuestras transacciones, en muy poco tiempo no tendréis nada”, dijo ella con seguridad.
No era la primera vez que el FBI incautara una gran cantidad de bitcoins, la más famosa había sido la del mercado negro de Silk Road, pero no había sido la única. No había datos oficiales (nunca los había) pero era muy probable que el FBI tuviera en su poder bitcoins con un valor actual superior a los 9.000 millones de dólares. Era irónico, porque aunque la posición oficial del gobierno federal y de la alta dirección del FBI era que Bitcoin debería desaparecer, poseer esa inmensa cantidad de dinero hacía que realmente no les interesara.
Ni siquiera para los bancos, principales perjudicados por la generalización del uso de esta moneda descentralizada, sería una buena noticia que desapareciera, porque con la reciente crisis de confianza generada tras la quiebra del Silicon Valley Bank, que empezaba a contagiar a diferentes entidades a nivel global, muchos de ellos habían aprovechado para utilizar Bitcoin como reserva de valor, comprando grandes cantidades, demostrando que en cuestiones de dinero los intereses particulares primaban siempre por encima del interés general: los mismos bancos y gobiernos que querían que Bitcoin desapareciera eran los primeros que compraban, haciendo que su capitalización de mercado hubiera crecido significativamente, y convirtiendo a Bitcoin en un riesgo sistémico sobre la economía mundial.
La oscura voz del detenido la devolvió a la realidad de aquel enigmático cuarto repleto de pantallas centelleantes, que no paraban de mostrar líneas de código. Volvió a pensar fugazmente que tenían que conseguir parar todo esto inmediatamente.
- “Él nos enseñó el camino. No vais a poder pararnos. Él nos enseñó cómo conseguir minar bitcoins con un método de computación parabólico, que usaba una millonésima parte de la capacidad de computación necesaria para validar un bloque. Aún no entiendo porqué no hemos minado todos y cada uno de los bloques de Bitcoin desde el momento en el que lo pusimos en marcha, ni siquiera nosotros sabemos a qué dedica toda la capacidad de cómputo que le sobra ahora, ni para qué necesita tantísima energía”
- “Un momento, un momento, no te pongas técnico, ya habrá tiempo de eso en tu interrogatorio. Ahora quiero que nos ayudes a apagar todos estos equipos informáticos, y quizás el fiscal tendrá en cuenta que nos ayudaste, cuando tenga que articular su acusación, y sea más suave contigo”
Una nueva risa sorda retumbó con eco en la habitación en silencio.
Pero la insegura mirada de soslayo que hizo ese hombre a uno de los monitores no pasó desapercibida a su aguda mirada.
- “¿Qué hay en ese monitor? !Dímelo! O colaboras o te estás jugando…”
El hombre volvió a bajar su mirada al suelo, y volvió a permanecer en silencio. Pero ya había cometido un error. En ese monitor en concreto había algo importante. El detenido había cometido un error, que ella no pensaba dejar pasar.
Rápidamente miró a su reloj, calculó la diferencia horaria, y marcó un número de teléfono que se sabía de memoria. Era muy temprano, pero seguramente su contacto ya estaría trabajando, y probablemente emitiendo en directo todo lo que iba a pasar a continuación, aunque con el micro muteado y música LoFi de fondo.
- “¡Vaya horas, aún no me he tomado mi segundo café!”
- “Estoy en medio de un operativo, escucha, no tengo mucho tiempo. Necesito mostrarte algo por la cámara del móvil, conecto una videollamada.”
- “De acuerdo”, dijo él, mientras giraba el móvil hacia un ángulo fuera de visión de los espectadores del stream.
Ella enfocó directamente la cámara a la pantalla del ordenador, esperando que la modulación por ancho de pulsos que haría el móvil, y su frágil pulso al sostener el teléfono, no dificultaran mucho la visión de la pantalla.
- “Madre mía, lo veo un poco mal, pero voy a ir realizando capturas para intentar ver qué tienes ahí”.
Cuando Ellen notaba que ya no podía sostener más el móvil sin descansar los brazos, algo que pasó en un par de minutos, aunque a ella le pareció una hora, le preguntó:
- “¿Tienes algo?”
- “Vale, tengo unas cuantas capturas que podrían valer. Dame unos minutos, te llamo yo”
En cuanto colgó la llamada, vió que el detenido la miraba ahora fijamente, con su mirada sombría inyectada en sangre.
- “No podréis hacer nada, no se puede parar, está... dentro”, le dijo con voz ahora desgarrada, que denotaba por fin cierto grado de nerviosismo.
- “Dentro, ¿¡de qué?! Mira, más vale que colabores, no te queda mucho tiempo”
El detenido volvió a mirar al suelo, y volvió a mostrar seguridad en su voz.
- Dentro… ¡de la blockchain! ¡No se puede parar! ¡No podéis eliminarlo! ¡Es demasiado tarde!
El siniestro rostro del hombre le volvió a mirar fijamente, justo antes de soltar una carcajada que retumbó en esas paredes como si fuera una bomba.
CyberWork se encontraba confundido. Iba a necesitar ayuda externa.
Inició el habitual giro de su silla de gamer a un ángulo en el que no se le viera la cara ni se pudiera adivinar lo que decía.
- “¡Vaya honor, creía que ya no me ibas a necesitar nunca más!”. “¿Qué puede hacer por ti un tóxico bitcoiner maximalista?”
- Precisamente por eso te llamo. Tengo delante unas capturas de pantalla de algo que parece código de Bitcoin, pero que me tiene bastante confuso. ¿Desde cuándo es posible introducir paquetes grandes de información en los bloques de Bitcoin?
- Buff, el dichoso protocolo Ordinals, ¡no se habla de otra cosa en la comunidad! Desde que un odioso ingeniero de software iniciara el proyecto a finales de Enero, aprovechando que la actualización a Taproot cambió el scripting y eliminó el límite que existía para cargar información en la sección witness de cada nuevo bloque en la blockchain…”
- “Vale, vale, que te estás poniendo muy técnico. Sólo necesito saber si se podría cargar paquetes de datos que fueran el código de algún script , o un programa, pero muy, muy tocho.”
La línea se mantuvo en silencio un momento.
- “Se podría, claro, pero no sería muy práctico, se deberían usar diferentes bloques de la blockchain, porque el límite de datos es de 4 megas. Está sobre todo pensado para cargar NFTs de mierda, por culpa de todo esto de la noche a la mañana Bitcoin ha quedado preso de los mismos sucios JPG de monos y caras pixelizadas por los que nos burlábamos de shitcoins como Ethereum o Polygon.”
- “Y una vez confirmados los bloques, el programa no se podría borrar, quedaría para siempre escrito, a no ser que desapareciera Bitcoin completamente de todos los ordenadores que corren nodos de Bitcoin en el planeta”
- “Eeeeh, sí, claro, eso es de primero de blockchain, te creía más avanzado en todo esto, CyberWork.
- “¡Estaba pensando en voz alta, joder! Te tengo que dejar, hay alguien esperando mi respuesta”
- “Seguro que es esa detective super sexy que conoces, bandido, cómo te gusta…”
La línea se cortó, y en la pantalla donde se veía el directo del canal de coworking apareció una mano en que se dirigió a cámara para levantar breve pero claramente el dedo corazón.
- “Pero, ¿cómo es posible que los informáticos no hayan averiguado todavía cómo apagar todo esto?, dijo Ellen enojada, justo antes de sentir la vibración de su móvil en el bolsillo.
- “¡Por fin! Creía que te habías olvidado de mí. Dime que tienes algo”.
- “No tengo muy buenas noticias” dijo CyberWork, parece que están introduciendo código en la cadena de bloques de Bitcoin. El código es muy extraño, no puedo descifrar nada, pero te llamo para advertiros de que si no lo desconectáis antes de que acabe…”
- “!Espera! ¡Se ha apagado! dijo ella interrumpiendole. Y dirigiéndose al agente de al lado suyo pregunto: “¿Hemos sido nosotros?”
- “No, señora, los informáticos siguen trabajando, además sólo se ha apagado el monitor del que usted hablaba con el detenido, el resto de dispositivos siguen conectados.”
En ese momento, una pequeña nube de humo apareció de detrás del monitor, como para reafirmar las palabras del agente de que algo o alguien había sobrecalentado ese equipo hasta destruirlo.
Antes de colgar la llamada, dijo con voz cansada: “Ya hablaremos, creo que hemos llegado demasiado tarde”
El juicio se acababa de celebrar. Las extensas condenas que les cayeron a todos los integrantes del siniestro grupo de ciberdelincuentes eran un amargo consuelo de la mayor derrota que habíamos sufrido.
A pesar de que quedó demostrado que de alguna manera este grupo había introducido un extraño código en multitud de transacciones de Bitcoin, a modo de NFTs, una vez validadas las transacciones en las que aparecía este código permanecerían inmutables en la blockchain, por el propio funcionamiento de la cadena de bloques no era posible eliminarlas ni siquiera con una sentencia judicial.
Además, la argumentación final del juez lo había dejado bien claro: ningún juez tenía la potestad de poder manipular la cadena de bloques, ni por supuesto de “parar” o “desconectar” Bitcoin, puesto que cualquier ordenador del mundo que estuviera funcionando como un nodo de Bitcoin podría continuar salvaguardando el histórico de transacciones, y validando transacciones nuevas.
Desconectar Bitcoin era algo totalmente fuera de la jurisdicción de cualquier juez o institución del mundo.
A estas alturas, además, esa moneda digital había dado un salto importantísimo en adopción por parte del mundo entero. La reciente crisis monetaria que habían sufrido el dólar y las monedas más importantes del mundo había hecho que infinidad de personas, instituciones, bancos, incluso países del mundo se hubieran refugiado en Bitcoin para mantener el valor que estaba perdiendo el dinero real, o “dinero fiat” como lo llamaba cada vez más gente. La brutal inflación que habían sufrido las economías del mundo entero parecía imparable, parecía que los billetes emitidos por la Reserva Federal, y otros bancos centrales del mundo, perdían valor por momentos, nadie sabía qué hacer para no empobrecerse con esa continua caída de valor de su dinero. Así que cada vez más gente confiaba en esa moneda digital que no dependía de los bancos centrales ni de los estados, sino de una red descentralizada de millones de personas repartidas por todo el mundo, y que por su diseño inicial no podía verse modificada como lo eran las monedas fiat, sino que tenía un suministro fijo, de un total de 21 millones de bitcoin. Todo el mundo ahora quería tener el máximo posible de bitcoin, ahora que estaba subiendo de cotización exponencialmente frente al dólar o a cualquier otra moneda. El juguete de un reducido grupo de nerds que a inicios de la década de los 10 se intercambiaba por menos de un dólar ahora rondaba los 200.000 dólares, y subiendo. La gente ya envidiaba a los visionarios que habían conseguido comprar a tiempo para tener “más de un bitcoin” y los consideraba como un selecto club de millonarios que pronto dominaría el mundo.
Así que aunque los investigadores del FBI habían demostrado que este misterioso código estaba ya incluido en la cadena de bloques de Bitcoin, un código que nadie había podido descifrar todavía pero que era lo suficientemente extenso como para crear una programación de algo muy, muy potente, seguiría ahí.
En cualquier caso, la atención pública no estaba centrada en el juicio, a pesar de que se le había intentado dar toda la relevancia pública posible. La atención pública estaba centrada en una enigmática comunicación que se iba a hacer a nivel mundial ese mismo día.
Los principales medios de comunicación del mundo entero, y todas las mayores redes sociales y medios digitales, iban a recibir una transmisión en directo de lo que se había hecho llamar “Un nuevo dirigente mundial”. Nadie sabía nada más, sólo la fecha y la hora a la que se iba a hacer dicha comunicación.
Los gobiernos de todo el mundo estaban intentando bloquear cualquier posible comunicación por ningún medio a la hora esperada, pero las investigaciones hasta ahora no habían conseguido identificar la procedencia de todos aquellos enigmáticos mensajes y emisiones con enigmáticas cuentas atrás. Parecía increíble que nadie en el mundo entero hubiera conseguido localizar la procedencia de toda esta monumental campaña de marketing, y el morbo de ver si quien fuera que estaba detrás de todo esto conseguía burlar la seguridad de los sistemas informáticos de algunos medios de comunicación no hacía más que subir la expectación.
A la hora indicada, no sólo una, sino todas las televisiones del mundo, todos los ordenadores conectados a internet, todos los dispositivos móviles del mundo, comenzaron a emitir aquel mensaje. El mensaje que iba a dar inicio a una nueva era.