miércoles, 25 de julio de 2012

FUNCIONARIOcracia



Hace un tiempo debatíamos unos amigos sobre si estabamos de acuerdo con la célebre cita de Winston Churchill:"La Democracia es el menos malo de los sistemas políticos". Un amigo mío, al que mantendré en el anonimato por discreción, inventó un sistema que pretendía ser mejor que la democracia, que él llamó "LUISocracia". Agradezco desde aqui a ese amigo "anónimo" por dejarme difundir su idea.  ;-)

Pues bien, la idea parte de uno de los fallos principales de la democracia: los criterios del votante para elegir a su candidato son tan variados y misteriosos que no siempre (bueno, en realidad casi nunca) llevan a la elección de la persona más adecuada para el cargo.  Puede haber mil explicaciones a este hecho, pero no deja de ser cierto; sólo hay que ver la escasa preparación de los últimos presidentes del gobierno en temas tan fundamentales en el ámbito internacional como el dominio del inglés.

Pero, si el pueblo no elige a su gobernante, ¿lo que estamos proponiendo es una dictadura? Tampoco nos pasemos. El segundo pilar en el que se basa este sistema político es la irresistible atracción que ejerce en España la figura del funcionario. El planteamiento es tan sencillo y brillante como el siguiente: los puestos de responsabilidad política máxima (digamos ministros, vicepresidente y presidente del gobierno) deberían ganarse POR OPOSICIÓN.

Ahora por favor te pido que antes de desechar esta idea como ridícula o estúpida le dediques un par de líneas más. 

Indudablemente, con una buena remuneración acorde a la responsabilidad no faltarían candidatos para las oposiciones.  El simple hecho de que sea una oposición (partimos de la base que sería una oposición justa, sin trampas) garantizaría la llegada al puesto ofertado de la persona más cualificada. Tendríamos a un muy buen economista como Ministro de Economía, y  un muy buen médico como Ministro de Sanidad. Y el presidente del gobierno sería el mejor gestor que podemos imaginar. Y por supuesto, sabría inglés...

Faltaría pulir infinidad de detalles, como por ejemplo cada cuánto se "celebran" Elecciones-Oposiciones, o qué pasa con la persona que ha ostentado un cargo después de acabado su mandato. También habría que ver cómo se definen los requerimientos para cada puesto, y el temario para el examen.

Pero no me niegues que la idea va tomando forma. 

Un país en el que el sueño de la mayoría es ser funcionario, sería gobernado por funcionarios. 

¿Y dónde dejamos el poder de elección del pueblo? Pues muy sencillo, habría que consultar cada cierto tiempo cuales son las cuestiones que considera la mayoría de la población más importantes (como se hace ahora con las encuestas del CIS) para cada ministerio, y así poder asignar un mayor o menor peso a una u otra parte del examen. Si, por ejemplo, el terrorismo islamista pasa a ser la mayor preocupación de los españoles, la parte del examen de oposición para Ministro de Interior dedicada al conocimiento de las redes integristas mundiales pasaría a tener más valor.  Sencillo, y "democrático"

Os dejo que maduréis la idea, seguro que se os ocurren formas de pulirla o mejorarla.  Y para terminar, el eslógan de este sistema político:

¡FUNCIONARIOS AL PODER!