viernes, 24 de noviembre de 2017

Un mes sin café


Nunca me ha gustado la dependencia que generan las drogas. Mi estado de ánimo, mi productividad, mi claridad de ideas, incluso mi felicidad, no deberían depender de ninguna sustancia externa. Cualquiera que sea esa sustancia.

Tranquilo, alarmado lector, he utilizado conscientemente la palabra droga en un sentido muy general, sin referirme únicamente a las drogas ilegales.

Por suerte para mi, de todos grandes grupos de drogas legales de los que podría tener dependencia (tabaco, alcohol, café, antidepresivos, y tranquilizantes) el único del que tengo conciencia de tener una cierta dependencia en mi día a día es el café. Como un porcentaje muy amplio de la población mundial, tomo varios cafés a diario, y muchos de ellos son necesarios (o al menos eso me lo parece a mi).

Del  resto de estas drogas (y de otras drogas no tan legales) no hablaré en este post, pero brevemente diré que:

Por suerte nunca he fumado. Varios miembros de mi familia han muerto a causa directa del tabaco, admiro muchísimo a mi mujer por llevar 12 años sin fumar, y frecuentemente rezo para que mis hijas no caigan nunca en esa trampa.

Por supuesto que tomo alcohol, es la otra gran droga con más aceptación social del mundo. Moderadamente (lo que quiera que signifique eso, eso es lo que respondo en las revisiones médicas anuales de mi empresa). Hace poco, en mi preparación de mi primer maratón, decidí dejar de beber durante dos semanas, y me costó cumplirlo. Quizás haré con el alcohol el mismo experimento que estoy haciendo con el café, en el futuro.

Con dependencia a antidepresivos para gestionar la ansiedad, o a tranquilizantes para conciliar el sueño, me refiero al abuso que hacen de ellos personas no diagnosticadas de enfermedades mentales. Son muy consciente de que hay personas que los necesitan por razones médicas, pero existe un enorme abuso de estas drogas sin prescripción médica, por el autodiagnóstico de estados de ánimo como si fueran trastornos mentales graves. Entiendo que es un tema para otro debate, pero hay muchas otras personas que no los necesitan, y deberían dejarlos.  Por suerte nunca me ha hecho falta salir de una depresión ni poder conciliar el sueño a través de fármacos.

Bueno, dicho esto, espero no haber enfadado a mucha gente todavía, y que aún estéis ahí, leyendo esto.

El objetivo de este experimento, que no tiene ninguna intención de ser otra cosa que la de una simple curiosidad, es dejar completamente el café durante un mes, y ver qué conclusiones saco de ello. Os adelanto que en este ejercicio, realizado hace tiempo, enseguida cambié el planteamiento inicial de "dejar el café" por "dejar de tomar cafeina". Tomé unos cuantos cafés descafeinados, aunque intenté que fueran los mínimos posibles, y únicamente por temas sociales. Como primera conclusión del experimento puedo decir que el factor social del café es mucho más importante que el factor de dependencia física. Y para no tener que dar muchas explicaciones, siempre que alguien me ofrecía tomar un café lo aceptaba, y tomaba descafeinado, con algún tipo de excusa.

Sin más preliminares, paso a relatar cómo fue mi mes sin cafeína. Esto es más o menos lo que te pasaría a ti, si lo intentaras.

SABADO 1
Ayer tomé mi último cafe a las 23PM, porque teníamos que salir de viaje en coche (1 hora de trayecto), y no quería pasar sueño conduciendo.
07:00 Me levanto a estudiar. Mi pulsera me indica que he dormido 5h45 horas. Mal empezamos. Siento una inmediata necesidad física de prepararme un café. La cafetera de cápsulas me está mirando, y parece que se ríe de mis esfuerzos por no devolverle la mirada.
11:30 He conseguido no tomar el café, preparar los desayunos (y no prepararme un café para mí), y pasar de las horas críticas de la mañana. Noto primer dolor de cabeza. Mi cuerpo me pide la cafeína.
13:20 Aparece la primera ocasión de tomar un "café social", que sustituyo por una cerveza, aunque lo que me apetece es un café.
17:30 después de siesta consigo decirle a mi mujer, cuando se ofrece a preparar unos cafés, que no me apetece café, aunque me muero de ganas.
00:15 Segundo momento en el que se tercia un café social (aunque parezca raro, por la hora). No consigo decir que no, así que pido descafeinado, alegando que si tomo café por la noche tendré problemas para dormir. Aunque eso realmente no es así...




DOMINGO 2
07:00 Me levanto a estudiar, mi pulsera indica 5h42 horas dormidas. Me resulta dificilísimo sentarme delante del ordenador sin ponerme un café.
10:10 "Cariño, voy a ponerme un cafe, ¿quieres uno? "... Después de una proplongada pausa, consigo decir "no, no me apetece". Las palabras salen de mi garganta con dificultad, causándome un dolor seco. Me pregunto a mi mismo si debería decirle a mi mujer el experimento que estoy haciendo. Lo descarto, porque sé que aunque le parezca una idea estúpida, me apoyará, e intentará ayudarme a cumplir con el objetivo. Para ser algo real no debo tener ayuda externa.
10:45: fregando los platos, escucho una conversación: "He arreglado la cafetera, ahora hace un café de puta madre"
En serio, ¡dejad de torturarme, por favor!
Escucho también a alguien decir "yo si me quitan el café de la mañana me matan".
Me planteo seriamente dejar el experimento. Quizás he elegido mal momento para empezarlo. Quizás puedo dejarlo para otro día, o para otro mes....
12:15: otra conversación a mi alrededor sobre el número de cafés que se toma la gente, y los que realmente necesitan cada día.  Parece que lo hacen a propósito...
13:30: vuelve el dolor de cabeza, algo menos intenso que ayer.
16:30: después de comer, y hoy sin poder hacer siesta, todos se hacen unos cafés, antes de ponerse a recoger para volver a casa. Empiezan a mirarme raro cuando les digo que no quiero.
18:00: llegamos a casa. Al final, el dolor de cabeza ha ido en aumento, y he tenido que recurrir al Ibuprofeno. Noto que estoy más irritado que habitualmente. Mi paciencia con mi mujer y con las niñas es mínima, y estoy a la que salta.



LUNES 3 HORAS SUEÑO 06:02
05:00 Me levanto para ir al aeropuerto.  Tengo que coger uno de esos vuelos de primera hora, que tan habituales se están haciendo en mi trabajo. No, definitivamente no he elegido bien los días en los que empezar mi experimento.  
Al pasar el control del aeropuerto, múltiples señales me incitan a tomar café. Carteles publicitarios, olores que recorren las amplias salas de embarque, gente con vasos de café en la mano....
Decido desayunar, pero sin café. El camarero me pregunta dos veces, extrañado, si no quiero café con el desayuno.  Maldito cabrón....
07:50 Durante el vuelo, un nuevo sufrimiento, el olor de la cafetera que pasean las azafatas, preguntando uno por uno con una gran sonrisa.  Les contesto que no, pero tengo la sensación de que no he sonreído...
09:30  Llegada al aeropuerto de destino. Como tengo mucho tiempo, hasta que lleguen el resto de participantes en la reunión, lo primero que pasa por mi cabeza es sentarme en una cafetería y tomarme un café.  
Durante el resto del día anoto las ocasiones en las que tengo serias tentaciones de tomar un café
Después de la comida: 1
Durante la reunión de la tarde: 2 (sí, 2 veces, en una reunión de 2 horas)



El resto de la semana, continúo con el mismo ejercicio de anotar cuántas veces moriría por tomar un café. Tengo la esperanza de que ese número vaya bajando.

Martes:
Desayuno:1
Reunión de la mañana: 2
Comida: Ninguna (Olee!!!)
Reunión tarde: 3 (Mierda, parecía que íbamos bien)

Miércoles:
Desayuno: No (En serio, no. No me lo creo ni yo)
Reunión de la mañana: 1
Comida: No
tarde: 1

Nota: estos 3 primeros días han sido prácticamente de reuniones continuas, durante toda la jornada laboral, con contínuo acceso a la cafetera, a cuenta de la empresa. No, no he elegido bien las fechas para hacer esto.

Jueves: Visita a un cliente
Desayuno: 1
Almuerzo con cliente: no
Comida: no
Tarde: 1

Viernes: Visita a cliente, y vuelta a casa en avión.
Desayuno: no
Almuerzo aeropuerto: 1
Comida:  no
Tarde: 1, sustituido por cerveza



Finalizo mi primera semana sin cafeína. Ha sido un éxito, pero ha sido durísimo. No sé si aguantaré todo el mes.
Nota para los preocupados por mi salud: si os habéis quedado sorprendidos por las pocas horas que he dormido alguno de estos días, no lo hagáis.  Soy absolutamente consciente de que duermo pocas hora, pero no necesito más. Gracias a mi pulsera de seguimiento, y después de todo un año de estadísticas, incluyendo periodos vacacionales, ahora sé que mi media de horas de sueño diarias es de 06 horas y 54 minutos. Esta semana he dormido de media 06:26 horas. Nada fuera de lo habitual en mí.


RESTO DEL MES: realmente la necesidad física de tomar café ha ido disminuyendo. Continúo anotando las veces que detecto que mi cuerpo me pide la cafeína. Van claramente en disminución. 
Lo que no consigo reducir es la cantidad de veces que tomaría cafés socialmente. Es muy difícil decir que no, y muchas veces la única manera es sustituirlo por otra cosa, que suele ser cerveza. Eso es una pequeña derrota moral de mi experimento, pero... ¡qué cojones! Esto no es una promesa, ni un reto, ni nada. Mi objetivo es sacar algunas conclusiones sobre cómo de enganchado estoy al café.



Consigo acabar el mes sin tomar nada de cafeína. Lo celebro tomándome un café.




Bueno, y ahora vienen mis conclusiones. No espero generalizar, ni dar lecciones a nadie. Sólo espero que mi experiencia pueda servirle a alguien, igual que me ha servido a mí, para ser consciente de lo que significa todo esto.

En primer lugar, he sido capaz de eliminar totalmente la necesidad física de tomar ciertos cafés que antes consideraba imprescindibles para vivir. El café de la mañana, por ejemplo, no es realmente necesario. Antes de este mes, yo tomaba ese primer café (como supongo que muchos de vosotros) hubiera dormido suficientes horas o no. Y ese café cada vez hacía menos efecto. 
Este efecto, común en casi todas las drogas, se denomina efecto de tolerancia. Conforme se va consumiendo una droga de manera habitual, el cuerpo empieza a tolerar su efecto. Es decir, con la misma dosis, la persona nota un efecto menor. Eso sucede porque, por una parte, se activa el sistema nervioso, produciendo ese efecto rebote con mayor rapidez; es decir, el cerebro se vuelve hipersensible a esa droga, dispuesto a compensar su efecto lo antes posible. Por otra parte, el cuerpo metaboliza la droga con mayor rapidez, de modo que esta permanece menos tiempo en el organismo, produciendo un menor efecto.
Debido a la tolerancia, los adictos suelen necesitar cantidades de drogas cada vez mayores para conseguir el efecto deseado. Creo que me suena.  Ese es precisamente el efecto que he conseguido romper con este experimento. Después de este mes, cuando he vuelto a tomar café, he notado que el efecto de la cafeína era más intenso y duradero que antes. 

Por otro lado, la frecuencia en la que tomo café ha pasado de varios cafés diarios, a varios cafés semanales. Ese era mi principal objetivo, el de romper con la necesidad fisiológica de ciertos cafés diarios. La verdad es que esperaba que conseguir esto fuera algo fácil y natural, pero a pesar de ello muchas veces noto que debo hacer esfuerzos para cumplir con la frecuencia que me he establecido como objetivo, y que si me descuido volvería a caer en un consumo de varios cafés al día (todos los días).

Después de desintoxicarme, no noto que tenga más sueño en general, ni que sea menos productivo, ni que me cueste más concentrarme. Esa creo que es la conclusión fundamental de todo esto.  Yo creía que lo necesitaba, pero parece que no es así.

.....


NOTA FINAL: publico este post (y estas últimas líneas) bastantes meses más tarde de haber realizado el experimento.  El número de cafés que tomo ha vuelto a pasar a varios al día, como antes de iniciarlo. ¿He sido débil? ¿Debería repetirlo? ¿Tiene sentido? ¿O me rindo y llego a la conclusión de que realmente dependo de una droga? Total, no es malo, ¿no? Además, lo podría dejar cuando quisiera. ¿O no?

¿Y tú?  ¿Podrías?