sábado, 30 de enero de 2016

20 años, 20 vidas




Hace 20 años que la conocí. Su mirada me cautivó desde el primer momento. El azar hizo que los dos, sin tener ninguna experiencia previa, tuviéramos que realizar un "pase de modelos" para un amigo común. Teníamos que cruzarnos en la pasarela, y ella me explicó que al volvernos, teníamos que mirarnos a los ojos. Hicimos un primer ensayo, cruzamos nuestras miradas... y me enamoré perdidamente de ella. Durante estos 20 años me he preguntado muchas veces qué es lo que vi en esos ojos, para caer inmediatamente a sus pies.

Nunca lo sabré con seguridad, pero una idea se ha ido abriendo poco a poco camino para explicarlo todo.

Hace poco, recibí recibí una primera pista. Una película que vi, casi sin querer, llamada Orígenes, en la que un biólogo molecular, dedicado al estudio del ojo humano, va cambiando poco a poco su absoluta creencia de que no existe Dios, gracias precisamente a las evidencias científicas que va obteniendo de que el iris humano, que se considera único (tanto, que sirve para realizar la autentificación biométrica de personas en todo el mundo, como si fuera una huella digital más avanzada), pero que puede que no sea tan único. No quiero destrozar la película, pero esa película me dejó algo. Algo que vas meditando poco a poco, algo que va y viene una y otra vez a tu mente, esperando que ates los cabos. Un poso, o un run-rún, que dirían algunos.

Ahora ya sé lo que era.


Hace poco, otra pista me ha llevado a atar cabos. Ha sido algo (bueno, más bien alguien) que me ha recordado un libro que leí hace tiempo, llamado Tiempos de Arroz y Sal, en el que los personajes principales no dejaban de encontrarse entre sí a través del tiempo, en diferentes vidas, gracias a la reencarnación de sus almas.

Un concepto interesante, la reencarnación. La creencia de las religiones hinduistas de que existe un ciclo sin fin en el que la esencia individual de las personas, se llame mente, alma, conciencia o energía, adopta un cuerpo material diferente cada vez que su anterior cuerpo muere, es una idea muy atractiva. No soy un gran conocedor de este tipo de creencias, pero me parece una excelente respuesta a la pregunta fundamental de lo que nos vamos a encontrar después de la muerte.

Cuando leí este libro, nada me hizo relacionarlo con la pregunta que de vez en cuando me volvía a la mente. Ni siquiera se trata de la trama principal del libro, sólo de un recurso para ir uniendo las historias a través de todos los siglos que pasan en la historia principal del libro.


Y de pronto, la vieja pregunta, la pregunta de qué es lo que vi en aquella mirada, volvía a aparecer. Pero esta vez una loca idea fue apareciendo en mi mente:

Quizás esa no era la primera vez que veía esa mirada.
Puede que no lo recordara, porque la anterior vez que la vi no era yo.
Puede que, aunque no pudiera recordar quién fui yo, algo en esa mirada me hiciera recordar. Me hiciera recordar que en aquella vida, que no recordaba, hubo una persona que me hizo inmensamente feliz.
Ni un solo detalle de esa anterior vida volvía a mi mente, sólo aquella mirada. Pero de una manera que no era capaz de explicar, aquel día reconocí aquella mirada, y todo encajó.


Hace 20 años de aquello. Nunca sabré si la idea que me ha permitido entenderlo es real o no lo es. Pero lo que sí sé es que no me equivoqué. Estos 20 años contigo han sido los más felices de mi vida.


Nos ha tocado vivir unas vidas complicadas, para las relaciones de pareja. Quizás en anteriores vidas, pasar toda la vida juntos fue algo más fácil. Pero fácil o difícil, hemos continuado juntos. Contra todos los contratiempos, contra todos los problemas, ella ha estado allí, para servirme de apoyo, de consejo, de guía. Me ha regalado tres maravillosas personitas, de las que estoy tan orgulloso, y que me recuerdan tanto a ella.



No sé dónde estaremos dentro de 20 años, pero si seguimos aquí seguiré recordando esa mirada como si fuera ayer.

No sé quién seré dentro de 20 vidas, pero estoy seguro de que si vuelvo a cruzarme con esa mirada, aunque sea en el cuerpo de una persona totalmente desconocida, volveré a caer atrapado en ella, y volveré a hacerme la misma pregunta. Aunque no sepa explicarlo, en algún recoveco de mi mente estaré recordando a esa persona que ahora me está haciendo tan feliz, y volveré a quedar atrapado para siempre.