martes, 19 de diciembre de 2017

La solución al conflicto catalán

 (EFE)

El conflicto sobre la independencia de Cataluña no es irresoluble. A pesar de las irreconciliables posiciones de ambas partes.  A pesar de los acontecimientos que hemos vivido en los meses de Septiembre y Octubre. Sólo hay que analizar el problema de forma simple.

Mañana se celebrarán elecciones en las que puede cambiar (o no) la situación de bloqueo que nos llevó a vivir uno de los mayores enfrentamientos políticos y sociales desde la Guerra Civil. Así que no hablaré de estas elecciones (estamos en jornada de reflexión, y estoy reflexionando sobre el sentido de mi voto). Hablaré del propio conflicto, y las posibles soluciones.

Una de las formas más prácticas de enfocar un problema difícil es analizarlo objetivamente, mediante algún método sistemático de análisis, que lo simplifique en sus elementos más básicos.  Pues bien, este conflicto se trata de un simple problema de negociación estratégica.

Para los interesados, diré que voy a analizar el problema a través del método de negociación de Harvard , que es una metodología de negociación diseñada por sus profesores Roger Fisher, Bruce Patton y William Ury en 1980, y se trata de uno de los métodos más usados en todas las organizaciones. Se caracteriza por ser simple y práctico, y nos enseña a negociar de forma eficiente a través de un proceso que se concentra en identificar y satisfacer intereses, aunque no sean compartidos a priori.

Este método se basa en unos principios clave:

Separar a la persona del problema. Para ello es muy importante definir con claridad cuáles son las partes de la negociación. En el caso del conflicto a estudio, las partes son el Gobierno de España (Esp), y el Govern de Catalunya (Cat).  Es un error pensar que las partes son los catalanes y los españoles, o los independentistas y los no independentistas. El conflicto actual se trata de un conflicto político, que debe resolverse por las partes del conflicto, es decir, por los políticos. Desde un contexto político histórico, parece extraño (y sospechoso) que ambas partes se nieguen sistemáticamente a explorar las posibilidades de acuerdos y pactos que planteen vías de solución al actual conflicto de una manera colaborativa, ya que en el pasado estas mismas formaciones políticas han compartido espacios electorales, ideas políticas, y soluciones programáticas de amplia base y coincidencia. Hay quienes están más preocupados por el futuro de sus partidos y situaciones personales, que por solucionar el conflicto político. Construir una alternativa no es fácil, ni cómodo, pero la falta de coraje intelectual es el síntoma más evidente de la falta de confianza en construir soluciones.

Concentrarse en los intereses y no en las posiciones. Este método se basa en la resolución del conflicto a través de la negociación colaborativa, desde los intereses y objetivos de cada una de las partes, en contraposición de la estrategia competitiva, que es la que se ha utilizado durante los últimos años, en los que se ha competido por algo que si una parte lo consigue (independencia), el otro lo pierde (parte de su territorio).
Se trata de buscar cómo resolver el conflicto conjuntamente, en una estrategia colaborativa de ganar-ganar (o estrategia win-win, para los que gusten de los anglicismos) para lo que se tiene que conseguir hablar de intereses, y no de posiciones.  

Los Intereses son los objetivos que se pretenden conseguir. Podemos decir, de manera muy resumida que, en este caso, los intereses del Govern de Catalunya (Cat) y del Gobierno de España (Esp) son:
- Cat: declarar la independencia.
- Esp: que la configuración del Estado siga siendo la misma.

Las posiciones son, por otra parte, la forma en la que se quiere satisfacer esos intereses:  
- Cat: realizar un referéndum de autodeterminación pactado con el Gobierno de España.
- Esp: mantener unido el país, y rechazar cualquier intento de realizar un referéndum en Cat.

Vemos, por ejemplo, que para conseguir el interés de Cat cabría la posibilidad de establecer diferentes posiciones, o formas de conseguirlo: otra forma diferente de conseguir la independencia sería, por ejemplo, la realización de un golpe de estado, o una revolución popular violenta.

Como ejemplo de otra posición alternativa del Gobierno de España podríamos pensar en la posibilidad de que aceptara un referéndum pactado, con unas condiciones muy restrictivas en cuanto a participación, plazos, etc, y realizar campaña por una de las opciones de voto de dicho referéndum.

Como hemos comprobado en nuestras propias carnes, de manera muy dramática, durante Septiembre y Octubre de 2017, no se puede negociar de manera colaborativa con intereses tan contrapuestos como los actuales, a través de las posiciones tomadas por ambas partes.
En este proceso negociador competitivo, ambas partes han sido conscientes de que es imposible conseguir un acuerdo que consiga cumplir con sus intereses, por lo que se han planteado los límites de cada una de las partes, a través de la llamada MAAN (mejor alternativa al acuerdo negociado). La MAAN sería como el plan B de cada una de las partes, al ver que no es posible conseguir acuerdo con el planteamiento inicial.

En nuestro caso, se han desarrollado las siguientes MAAN:
- Cat: como no hemos podido pactar un referéndum, se ha iniciado un proceso unilateral, que culmine en la DUI. Este MAAN se expone a la otra parte para forzar la negociación. Al mismo tiempo, Cat. ha utilizado la estrategia negociadora de proponer la mediación de un tercero.
- Esp: una vez que una de las partes utiliza su MAAN, la otra parte también puede utilizar el suyo. En este caso, el Gobierno de España ha aplicado la Ley (imputación por vías penales de los actos que llevaron a la DUI, y aplicación del Artículo 155 de la Constitución, para cesar al Govern y convocar elecciones).

En definitiva, para intentar solucionar el conflicto de forma colaborativa es necesario que ambas partes acepten el interés del otro, centrándose en el interés, y no en las posiciones. La responsabilidad de las partes es no quedarse en la trinchera, en las líneas rojas que han supuesto las posiciones iniciales y las MAAN que se han desarrollado como planes B, que pueden ser confortables para sus votantes respectivos, pero inservibles para la mayoría. Es necesario que las partes crucen los intereses, que exploren las tonalidades, las gamas de color, las hibridaciones, las mezclas. En definitiva, los compromisos, los acuerdos. 
Inventar opciones de mutuo beneficio. Hasta ahora no ha habido ninguna negociación colaborativa, sino que han negociado competitivamente, repartiéndose el pastel, y generando una gran insatisfacción a ambas partes. Aunque buscar opciones de mutuo beneficio a partir de los intereses tan contrapuestos de ambas partes es, obviamente, muy complicado, puede (y debe) haber soluciones.


Y ahora viene cuando doy soluciones al irresoluble conflicto.  Y si lo puedo hacer yo, que no soy un experto negociador, ni un analista político, lo pueden hacer también ellos.
Una primera solución podría ser cambiar los intereses que persiguen ambas partes. 

La forma más obvia es que alguna de las partes renuncie a sus intereses (acomodación):
- Cat: podría renunciar al interés de declarar la independencia, y buscar otra forma de relación con el Gobierno de España, dentro del mismo estado, por lo que no sería necesario la creación de un nuevo estado catalán.
- Esp: podría aceptar cambiar el actual modelo territorial del estado español, modificando la actual ordenación por Comunidades Autónomas, pero no vería la escisión de una parte de su territorio.
Esto llevaría a una reforma constitucional en la que se estableciera una nueva ordenación territorial del estado, a través de una federación o una confederación de territorios.

Una segunda opción de mutuo beneficio sería reformular los intereses de la otra parte, de manera que ya no sean tan contrapuestos. Se ha definido el interés del Govern de Catalunya de una forma muy resumida como “declarar la independencia”, pero podríamos intentar redefinirlo, a partir de las motivaciones reales de los partidarios a la independencia. Según datos del CEO —el centro de estudios de opinión de la Generalitat— de Septiembre del 2017, el apoyo a la independencia tiene raíces económicas y de origen social. Es evidente que existe un vínculo entre renta e independencia, ya que los catalanes que quieren la independencia son los de rentas más altas. Las causas de esa relación pueden explicarse por dos factores:
- La independencia hipotéticamente tendría efectos beneficiosos para las rentas más altas, que tienen una mayor motivación para conseguirla.
- Es posible que las personas en peor situación económica tengan otras prioridades, o que prefieran evitar los riesgos de un proceso incierto.
Para simplificar, podemos obviar el otro origen del apoyo a la independencia, el origen social (la independencia es menos popular entre las familias que llevan menos tiempo en Cataluña). Aunque ambos factores están interconectados (a menudo las familias con menores rentas son las que menos arraigo tienen en Cataluña, y menos tiempo llevan allí), vamos a analizar exclusivamente el factor económico.

Si el interés del Govern de Catalunya fuera reformulado hacia un interés más ligado a la consecución de beneficios económicos para los ciudadanos de Cataluña, en vez de hacia la consecución de un nuevo estado, sería posible inventar opciones de mutuo beneficio. En este sentido, los nuevos intereses se podrían reformular de la siguiente manera:
- Cat: Cambiar el modelo de financiación, para conseguir beneficios económicos para la sociedad catalana
- Esp: conseguir un modelo de financiación justo para todas las Comunidades Autónomas del Estado.
Esta segunda opción de resolución del problema llevaría a la redefinición del sistema de financiación autonómico.

Y he dejado para el final la posible solución al conflicto que considero más necesaria y determinante. Esta solución parte de la base de cambiar las partes en conflicto. Como ya he comentado, las partes del conflicto no son las sociedades catalana y española, sino las personas que conforman los gobiernos central y autonómico.  La sustitución de alguna de las partes podría hacer posible la aplicación de alguna de las soluciones descritas, lo que ahora es imposible.

Uno de los objetivos del Gobierno central al convocar elecciones autonómicas ha sido precisamente intentar cambiar la otra parte, y que se pueda conformar un gobierno autonómico que no tenga la actual mayoría absoluta de partidos independentistas. De esta manera, el nuevo Govern deberá plantear nuevamente sus intereses, que espera que no continúen utilizando exclusivamente vías unilaterales, y fuera del marco legal vigente. Por otra parte, el enjuiciamiento de los principales líderes de los partidos independentistas, presuntamente responsables de la DUI, y de los actos que llevaron a ella, busca también intentar cambiar a los interlocutores de la otra parte negociadora.

Sin embargo, esta solución no pasa sólo por cambiar una de las partes en conflicto.  La otra parte debería también cambiar a los interlocutores negociales, una vez que debe reconocer que su posición de negociación competitiva totalmente inflexible, que no ha buscado en ningún momento del proceso ningún tipo de soluciones colaborativas, ha sido también una de las principales causantes de la insatisfacción actual. 

Cualquier escenario post electoral que no lleve a una consecución de un gobierno autonómico claramente contrario a la independencia de Cataluña debería provocar la inmediata dimisión del convocante de las elecciones, puesto que éste era el principal objetivo de su convocatoria.  Sólo de esta manera se podrían plantear soluciones. Independientemente de lo que pase mañana, una parte importante de la sociedad catalana seguirá dando su apoyo a líderes políticos que les prometen la creación de un nuevo estado, y esa parte de la sociedad catalana no va a desaparecer simplemente porque las mayorías parlamentarias cambien.


Llegar a los sucesos funestos del 1 de Octubre de 2017 fue un absoluto desastre político, que pagamos todos los ciudadanos de Cataluña (y de rebote, el resto de ciudadanos de España) en forma de confrontación, tensión, y odio, mucho odio. Eliminar a los causantes del problema es una solución imprescindible, que debemos exigir. Yo no quiero en el Govern de Catalunya a los mismos dirigentes que nos llevaron tan cerca de la guerra civil, y que tanto daño han hecho a la sociedad y la economía catalana.  Yo no quiero en el Gobierno de España a los mismos dirigentes irresponsables que fueron también causantes del problema, pirómanos cuando se presentan como bomberos, interesados también en tapar sus vergüenzas a través de cortinas de humo, utilizando para ello sin ningún tipo de escrúpulos la confrontación entre regiones, entre pueblos, entre familias. 


Yo mañana votaré para cambiar el Govern de Catalunya. Y pasado mañana exigiré la disolución del Gobierno de España, y lucharé para conseguirlo.