Tiene que haber
alguna explicación biológica que le de un poco de sentido a nuestra irracional
atracción sexual hacia un órgano que en principio tiene otra función, la
lactancia
Podríamos pensar
que los hombres vemos subconscientemente en las mujeres de grandes pechos a
unas buenas madres para nuestros futuros hijos.
Sin embargo, otras
especies de primates ofrecen a sus retoños una lactancia copiosa y, sin
embargo, sus hembras no presentan seños hemisféricos claramente definidos. En
este particular, la hembra de nuestra especie es única entre los primates. Y
debido a ello el acto de amamantar al hijo crea a las hembras de nuestra
especie un problema mucho mayor que a la de las demás primates.
La dificultad del
amamantamiento, llamada “lucha contra el pecho”, con la que suelen reaccionar
algunos niños, da a menudo la impresión a la madre de que el niño no quiere
chupar; pero en realidad significa que, a pesar de sus desesperados intentos,
no lo hace porque se ahoga. Una posición
ligeramente inadecuada de la cabeza del niño contra el pecho puede ser causa de
que quede tapada la nariz, y como tiene la boca llena, no puede respirar. Lucha, no porque no quiera mamar, sino porque
necesita aire.

Esta forma es mucho más alargada y no se hunde en el gran hemisferio que causa tantas dificultades a la
boca y a la nariz del niño.
Su forma se
asemeja mucho más al aparato de alimentación de la hembra del chimpancé. Ésta tiene unas tetas sólo ligeramente
hinchadas, pero incluso en plena lactancia su pecho es mucho más plano que el
de la hembra de nuestra especie.
Pero alguna razón
tiene que haber para que los pechos de las hembras de homo sapiens hayan
evolucionado desde algo parecido a las mamas de un chimpancé a la sugerente
forma hemisférica actual.
Tanto hombres
como mujeres tenemos numerosos mecanismos, que actúan a nivel subconsciente o
subliminal, para elegir a la pareja que potencialmente traiga más ventajas a
nuestra descendencia.
Así podemos
encontrar una explicación biológica a cuestiones como por ejemplo cuál es la
manera que vemos más atrayente o sexy de caminar:
La evolución de
unos senos prominentes de piel desnuda parece constituir otro ejemplo de señal
sexual. Además de su forma ostensible, sirven también para concentrar la
atención visual en los pezones y hacer más visible la erección del pezón, así
como el oscurecimiento de la aureola pigmentada alrededor del pezón, efectos
que se producen en la mujer durante la excitación sexual.
Una de las más
admitidas teorías parte de la hipótesis de que las hembras humanas fueron
progresivamente atrayendo a los machos hacia una postura de cópula frontal (la
del misionero, vamos)
La aproximación frontal
proporciona la máxima posibilidad de estímulo del clítoris de la hembra durante
los movimientos pelvianos del macho.
Si
aceptamos esta hipótesis, podemos llegar a concluir que los pechos se
desarrollaron a través del proceso de autoimitación sexual.
Debió de haber un
tiempo, en época de nuestros remotos antepasados, en que se empleó la
aproximación por detrás. Supongamos que hubiésemos llegado a la fase en que la
hembra incitaba sexualmente al macho desde atrás, con un par de carnosas nalgas
hemisféricas (que, digámoslo de paso, no se encuentran en ninguna otra especie
de primates)
Supongamos que el
macho hubiese adquirido una fuerte sensibilidad sexual para responder a estas
señales específicas. Supongamos que, llegada a este punto de su evolución, la
especie se volviese cada vez más vertical y orientada de frente en sus
contactos sociales. En esta situación, cabría esperar que encontrásemos alguna
especie de autoimitación frontal. Si la hembra de nuestra especie tenía que
atraer eficazmente la atención del macho sobre su parte frontal, la evolución
tenía que hacer algo para que la región frontal resultara más estimulante. Si
observamos las regiones frontales de la hembra de nuestra especie, ¿podremos
descubrir alguna estructura que sea posible imitación de la antigua exhibición
genital de las nalgas hemisféricas?
La respuesta
aparece con la misma claridad que el propio pecho de la hembra. Los
senos
protuberantes y hemisféricos de la hembra son, seguramente, copia de las carnosas
nalgas. El pobre macho de nuestra especie, obligado ya a responder sexualmente
a estas señales cuando procedían de la parte posterior de la región genital, se
vio sutilmente atraído hacia la región frontal, con el único y malévolo
objetivo de las hembras de obtener mayor placer sexual.
Existen otras teorías no tan
elaboradas o admitidas. Por ejemplo, a
comienzos de la década de los 70 Elaine Morgan presentaba los pechos de Eva
al Desnudo como la prueba de que hubo una fase acuática de la evolución de
nuestra especie, a diferencia de otros primates. Defendía que la evolución de
unos pechos desnudos protuberantes sirvieron para que se cogieran las
crías. También especulaba sobre si los
pechos habrían servido de flotadores para aquellos simios ribereños.
Otros estudios defienden que la
elección de hembras con pechos prominentes podrían haber seguido la siguiente selección
evolutiva:
1. Los pechos grandes como señal
de buen estado de nutrición de la mujer. En el pasado, la búsqueda de sustento
era mucho más difícil que en la actualidad y no eran raros los casos de hambruna
o déficits nutritivos. Una mujer con unos pechos grandes (recordemos que se
asocia a abundante grasa) era una señal de un buen estado de nutrición
2. Los pechos grandes como señal
de ovulación. A lo largo del ciclo menstrual, los pechos van sufriendo
variaciones visibles en su volumen. Normalmente, su mayor volumen suele ser
durante la ovulación, momento durante el cual la mujer puede quedarse
embarazada. Debido a que la hembra femenina no muestra unas señales evidentes
de la ovulación, el aumento de volumen de los pechos se convertiría en una
señal que avisara al varón de ese momento
Como todo esto no son más que
teorías, yo también voy a lanzar la mía: nuestros antepasados ya conocían el
dicho popular del título de esta publicación. Al fin y al cabo, los dichos
populares son más antiguos de lo que nadie puede imaginar. Cuando el macho de protohumano tenía que
seleccionar pareja, una vocecita venía a su mente, suave, pero insistentemente:
P.D. Si quieres profundizar más, te aconsejo esta publicación en la que se responde de forma sencilla a cosas como: ¿por qué las mujeres os fijáis primero en el culo de los hombres? o ¿por qué pintarse los labios es una señal sexual?
Y también recomiendo la obra original de Desmond Morris, El Mono Desnudo, donde desarrolla todas estas teorías.
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