martes, 22 de septiembre de 2015

Mi rastro en la web (II)



Hoy estoy de aniversario. Hace justo cinco años que decidí crear este blog. Como decía en mi primera y dubitativa entrada, conseguí vencer el miedo a exponerme en público. El balance de estos cinco años no ha podido ser más positivo: he escrito 44 entradas, de las que me siento muy orgulloso, y de las que nunca me he arrepentido de escribir en un lugar abierto a todo el mundo, que es internet. Bueno, siendo honestos, una de estas entradas fue modificada después de haberla escrito, porque me arrepentí en parte de haberla escrito tan impulsivamente. Pero quitando esta pequeña excepción, todas las entradas que he escrito en este blog me han dado multitud de satisfacciones. Sobre todo, la propia satisfacción de haberlas escrito, y haber disfrutado haciéndolo. Y, cómo no, la inmensa satisfacción de que alguien, conocido o desconocido, me diga que lo ha leído, y que le ha gustado. El Propósito del blog no es tener muchas visitas, de hecho tras 5 años tengo unas modestas 14.000 visitas, más o menos.
Como dice un divulgador y bloguero que admiro mucho, Yanko Urin (El búho) un blog es una versión actual de un diario o un cuaderno de bitácora. Es algo personal, y casi íntimo del que lo escribe, y sin embargo se expone a que lo lea todo el mundo. Sus entradas acumuladas son un chivato de las tendencias del autor, un escaparate de las vergüenzas que uno atesora, ya sean conceptuales o personales y, en el fondo, una bomba de relojería que otros pudieran explotar en su contra. Sin embargo, este diario abierto al mundo se suele mantener oculto, diluido en el magma de los millones y millones de páginas que un buscador otea, y en el pozo sin fondo de los millones y millones de otros blogs en los que, pirados como yo, pierden el tiempo.

Una de las primeras cosas que hice, al iniciar mi blog, es hacer algo de egosurfing. Tengo un nombre algo peculiar, que combinado con mis dos apellidos ha generado durante toda mi vida multitud de confusiones, errores de interpretación, que siempre me hacen bastante gracia. He aquí dos de los últimos y más originales errores con los que me he encontrado:


Como todo, tener un nombre peculiar tiene ventajas e inconvenientes. En internet, es probable que encuentres mucha más información correcta buscando mi nombre, que si buscas el de otra persona con nombre y apellidos mucho más comunes.
Eso es lo que me encontré la primera vez que me busqué en Google hace cinco años efectivamente me encontré muy fácilmente, pero no encontré gran cosa (perfiles en Facebook y LinkedIn, algunas indiscreciones, y alguna curiosidad, como encontrar a mi abuelo, que nunca conoció internet). Pero tuve la sensación de que me habría gustado dejar un rastro algo más digno en la web. Y por eso, tras cinco años de presencia activa en multitud de redes sociales, blogs, y de generar mucho contenido online ha llegado la hora de saber si he mejorado, de saber si buscándome en Internet encuentro lo que yo querría encontrar, y no otra cosa.

La primera novedad importante al buscarme es que el propio Google (en 2010 era el buscador hegemónico, y a día de hoy sigue siéndolo) ha cambiado bastante. Ahora ya predice tu búsqueda antes de que termines de escribir, autocompletándola mientras vas tecleando.  Así, para que te proponga la búsqueda "Servet Casabona" tan sólo tienes que escribir hasta "Servet Casa"



También permite la búsqueda exclusiva de imágenes, lo que es particularmente gracioso a la hora de hacer egosurfing. De las 24 primeras fotos, sólo una es una foto real mía real, y dos más son fotos de perfil. 2 contactos que conozco personalmente, 4 contactos que no conozco (todos LinkedIn). 1 contacto que no conozco (Google+), y una noticia que no tiene que ver conmigo (foto del ministro de Sanidad, noticia del hospital Miguel Servet).

Imágenes que no son fotos: 4 de entradas de PU (LinkedIn), 1 de entrada infoPadres (ScoopIt), 2 de fotos compartidas en Twitter, 1 foto compartida en Pinterest.


Tecleando en Google Servet Casabona, y utilizando el mágico botón "Voy a tener suerte" dirige directamente a mi cuenta de Twitter. Bueno, me parece lógico, porque tengo una presencia muy activa en esta red social. Eso me hace pensar que Twitter es la red social que menos respeta mi privacidad, y que más expone mis comentarios, puntos de vista, contactos, etc. Pero pronto llego a la conclusión que no, porque bajo mi punto de vista, la red más indiscreta y poco respetuosa con mi intimidad es LinkedIn.

Pero volvamos a la búsqueda original en Google, tecleando mi nombre y primer apellido.

Servet Casabona: Aproximadamente 2.630 resultados (0,17 segundos)
Primeros resultados: mis perfiles en redes sociales (como no podría ser de otra manera)
1º - Twitter; 2º - LinkedIn 
Llama la atención no encontrar mi perfil de Facebook.  Pero eso es exactamente lo que yo buscaba, cuando definí mis preferencias de privacidad, marqué explícitamente que los motores de búsqueda NO mostraran el enlace de mi biografía de Facebook. Como ya expliqué aquí mismo, en Facebook sólo acepto e interactúo con personas con las que me siento realmente a gusto, y limito tanto el número de amigos, como el acceso externo a cualquier cosa que yo publique en Facebook. Y tengo que decir que se agradece el señor Zuckerberg haya cumplido su palabra, y no haya podido encontrar con Google mi perfil en Facebook.

El resto de las 10 primeras entradas (primera página) de los resultados de Google no hay ningún error, y son TODO entradas relacionadas conmigo: 
- Un enlace de Facebook de infoPadres (que he compartido conscientemente a todo el mundo en Facebook); 
- Un enlace externo de un papi bloguero, que cita una entrada de mi blog de infoPadres; 
- Mi Canal de Youtube ¿? (que está totalmente vacío, porque no he colgado ningún vídeo); 
- Mi perfil de Foursquare, con mis tips, y su con localización. Se trata de una red cuyas indiscreciones tolero relativamente. Aunque no sé si hago bien, porque a través de ese enlace, sin conocerme, se adivina que vivo en Rubí, y también que he visitado muchas veces Vigo.

- Y en novena posición, a punto de no aparecer en la primera página de resultados de Google, está la primera entrada de Agorafilia: Mi rastro en la web (I), en la que nombro específicamente "Servet Casabona".

En la segunda (y última que voy a considerar) página de resultados sí que hay 3 errores que no dirigen a nada relacionado conmigo, que contienen por separado Servet (1 resultado) y que sólo contienen Casabona (2 resultados).
El resto son todo curiosidades, e indiscreciones, que no esperaba encontrar en Google:
Noticia en La Vanguardia. Nada que ver conmigo, pero se trata de una foto que yo les envié, de camiseta del Barça, y que no sabía que habían publicado.
- Comentario de Facebook, que hice conscientemente con mi nombre, en la página de Puleva (Smiling Girls)
- Página con fotos corriendo la media maratón de Barcelona.
- Comentario que realicé sobre una app, que hice conscientemente con mi nombre.
- Noticia relacionada con el poliuretano, donde hice un comentario con mi nombre.

En resumen, después de estos cinco años, los resultados obtenidos son bastante diferentes, pero todavía hay muchas cosas en común. 

Lo diferente, que muchos de los enlaces que obtengo son realmente de contenido creado y difundido por mí mismo, y esto era uno de mis principales objetivos. Hay muchas menos equivocaciones, y enlaces que no tienen que ver conmigo. Por otro lado, las indiscreciones son en su mayor parte "culpa mía", casi todas porque conscientemente he decidido compartir contenido, o comentar algo, con mi nombre, y no con pseudónimo. 

Las cosas en común, que en las primeras posiciones se encuentran mis perfiles de Twitter y LinkedIn, a través de los cuales se puede sacar bastante información sobre mí, mis gustos, mis opiniones, mis aficiones, etc. Aunque soy consciente de ello, y todo lo que comparto allí lo hago sabiendo que es información abierta al mundo, y que es lo primero que va a ver una persona que busque mi nombre en Internet. Aún no me he arrepentido de ninguno de mis tres mil y pico tweets, ni de mis actualizaciones o posts de LinkedIn. Cierto es que no me gusta mucho la indiscreción de LinkedIn, persistente a lo largo de los años, que además no es muy fiable, porque muestra como contactos míos a algunas personas que son sólo ligeramente conocidos, o incluso contactos muy lejanos. Punto positivo para Facebook, punto negativo para LinkedIn.
El resto de las redes sociales en las que participo activamente no aparecen, excepto Foursquare. Ni rastro de Instagram, Pinterest, Google+ (bueno, decir que participo en esta red social sería mucho decir), Delicious, Scoop.it, Paper.li, Quora, incluso Wikipedia. Hay que buscar por mi nombre de usuario para encontrarme. Y para la información que quiero dejar menos accesible, suelo utilizar mi pseudónimo, o nickname. He intentado buscar sólo por ese nombre, y ni siquiera yo consigo encontrarme. Así que más o menos se puede decir que las cosas que quiero mantener en un ámbito algo más privado, las consigo mantener, incluso en Internet.

Aunque una última conclusión, algo decepcionante para mí, es que buscando mi nombre no he conseguido encontrar prácticamente nada de mi blog personal. Es necesario añadir "blog personal" a mi nombre, o incluso buscar "Agorafilia web" para encontrarlo. Y eso me lleva a lo que decía al principio: este indiscreto diario personal, abierto al mundo, es más difícil de encontrar de lo que parece, perdido en la inmensidad de datos que se generan cada minuto en Internet.


3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Una vez mas me ha parecido muy interesante. A por otros 5 años mas. Enhorabuena!!!!

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  3. Muchas gracias! La verdad es que tenía muchas ganas de volver a hacer la prueba de buscarme en Internet, y esperar cinco años ha sido un poquito duro, jeje. Veremos dentro de otros cinco años a ver qué sale.

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